El viaje a Cafayate era el más duro de los que me quedaban, 300 km todo por carreteras tipo nacional y sin copiloto, pero me encontraba muy descansado y con ganas de ver que se iba escondiendo detrás de cada recodo del camino. Desde Salta hubiesen sido los mismos kilometros que desde Tucumán, pero el devolver el coche en Tucumán multiplicaba el precio del alquiler por dos. Así que me perdí el tramo Salta-Cafayate, a la altura de Humahuaca según había oído.
De Tucumán se sale por el sur para ir a Cafayate. En todas las ciudades que conozco, el sur es lo más pobre y Tucumán no es la excepción. La autopista que me llevaba a Tafí del Valle (mi primera parada) era de lo más curiosa: un par de carros en el arcén, gente cruzando a pié, mulas pastando en la mediana, coches cambiado de sentido al mismo nivel que el tráfico. Todo muy pintoresco.


Continué camino y puerto hasta que unos kilometros después y en un abrir y cerrar de ojos el verde se transformo en pardo, la cuesta en llano y entra en el valle del dique La Angostura. El primer pueblo al pasar, El Mollar, está un poco fuera de ruta pero tiene un tesoro que merece la pena pasar a ver. Al lado de la plaza principal se puede ver un bosque de menhires recogidos por toda la comarca. Las piezas de entre 1 y 3 metros de alto estaban muy desgastadas y sólo en algunas se apreciaba la talla original. Una cara, las orejas de un animal y alguno que otro en los que estaba más que sugerida la forma fálica. Lamentablemente perdida su ubicación original, se ha perdido mucho de su significado. El poco cuidado de los alrededores del parque también hace que se pierda gran parte de la magia.
Seguí mi camino hasta Tafí del Valle, algo más grande y en plan residencial. Muchos tucumanos tienen su segunda casa allí. El 'yacht club' no es Puerto Banús, pero algo es algo.

Descansé un ratito en la plaza, tanto choclo (maíz) llena demasiado. Me quedaban más de 100 km hasta Cafayate. En medio el resto del puerto, Amaicha del Valle y el museo de la Pachamama y Quilmes.
El recorrido era de pelicula del oeste. Secarral. Cortadas. Cardones. Esperas que salga Clint detrás de un cactus en cualquier momento. En medio del camino y en el punto más alto del puerto está el observatorio astronómico de Ampimpa. Primero pase de largo, pero di la vuelta y subi me metí por el caminito de tierra que subia al observatorio con la intención de cambiar todos mis planes y hacer noche allí. Había leido que se podia quedar uno a dormir y ver las estrellas en aquel sitio privilegiado. El telescopio no era muy grande, pero daba igual, la vista tenia que ser alucinante. Lamentablemente no había sitio para quedarse, todas las cabañas estaban ocupadas por una excursión de un colegio (malditos) y me fui realmente abatido, una de las cosas realmente únicas que me he perdido de este viaje.
Continué mi camino maldiciendo.
Llegué a Amaicha del Valle y paré en su museo de la Pachamama. Era el único visitante y el guía que me recibió (de rasgos indigenas) me enseño todo el museo con

Aún temprano, pero casi sin luz ya que el sol se ponía detrás de las montañas, continué hacia Quilmes. Las ruinas del pueblo Quilmes. Durante la conquista, se trasladó por su rebeldía a todos los habitantes de este pueblo a la actual Quilmes al lado de Buenos Aires capital. En el camino a pié murieron casi todos ellos, y de los pocos que llegaron se dice que murieron sin descendencia. Nada de lo que estar orgulloso, aunque parte de la historia real se convirtiese en leyenda que quizás ampare hoy hechos no tan ciertos o verificables. Brindemos con una Quilmes por ello, que es casi como si hubiese una cerveza 'Numancia' en España.
Casi no me dió tiempo a nada, el pueblo está al pié de la montaña y ya en sombra. No queda nada, el trazado de calles y casas, y cardones por todos lados claro. Queda menos que de Medina Azahara.

Me acosté y me dormí en un santiamén.
_sinverlasestrellas_
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