domingo, 3 de diciembre de 2006

Primer fin de semana en Londres

Ya estoy en Londres. Tremendamente excitado, y no es lo que te imaginas (es que estos lo dicen así). Siempre echo de menos esa sensación de llegar a un lugar nuevo. De no saber que hay detrás de cada esquina. Hoy la he podido recrear.

El vuelo a Heathrow ha sido un instante, el metro (o tubo como dicen por aquí) no. Casi he pasado más tiempo en el metro que en el aire. Por tres veces nos hemos tenido que bajar del tren para cambiar a otro, no terminaba de entender los mensajes por los altavoces. Pero algo raro debía pasar ya que uno de los que viajaba conmigo cada vez juraba con más entusiasmo ¿Qué fue de la flema británica y de esas buenas maneras de que hacen gala? Que desilusión. Igualito que en España.

Hice el intento de andar desde Victoria a mi hotel, pero después de que dos personas distintas apuntaran en dos direcciones diferentes me metí en un taxi. El taxi me dejó en la puerta en a penas unos minutos, sin intentar pasearme. Eso si que es una novedad para mi. Diferente que en España desde luego.

La habitación era minúscula y sin embargo horrible. Sin baño interior, a pesar de que creía que así era. Estos malvados y su publicidad engañosa o las medias verdades o la letra pequeña. Eso igual que allí.

Saliendo a pasear un rato me topé con este escaparate, definitivamente algo diferente que en España. ¿Cuántos venderían con un escaparate así? Creo que ‘to have horns’ no significa lo mismo para los ingleses. Aunque seguro que no significa que sean más o menos fieles.

Tengo los pies hechos fosfatina. No os voy a contar nada de Londres que no podáis leer en una guía. Oscurece a las 5. Hace frío. Todo esta carísimo. Hay que leer en el suelo de donde vienen los coches. La comida es repulsiva. Todo huele con ese olor dulzón y saciante, igual en estados unidos.

Aún así Madrid parece provinciano. Esto si que es civilización. Parques abundantes y grandes. Árboles por todos lados. Aceras anchas. Casi no he visto obras. Buena señalización. Edificios bajos. Casitas habitables. Jardines de juguete a las puertas de las casas. Macetas en las ventanas. Gente que aguanta las puertas para que pases. Sin claxón a pesar del atasco. Respetuosa con los pasos de cebra.

Y que hay de los horarios. Luis cuenta que trabaja de 8 a 5. Saliendo con puntualidad. Aquí todo parece ocurrir 4 horas antes. A las 7 estaba cenando, a las 9 tomando una cerveza, a las 10 con ganas de ir a casa y acostarme. Era como un sábado que en vez de empezar a las 8 de la tarde empezó a las 4, con la ventaja de que a las 12 estaba en la cama durmiendo y el domingo era todo para mí.

Bueno no todo, casi dos horas de camino a Milton Keynes. Eso si, los atascos no te los quita nadie. Igualito que en Madrid. Lamentablemente.

_tancercatanlejos_