sábado, 13 de diciembre de 2008

El porqué de la lluvia

Otra tarde adocenada y somnolienta y desperdiciada. En los altavoces un tal Leonard Cohen habla de una tal Suzzane y una copa va y viene de mis labios y su líquido va desapareciendo y alimentando mi tristeza y mi autocompasión.

La desgana y la desidia de este mundo fácil, pero siempre amenazado por la enfermedad y la muerte, me conquista. La religión (no, no os asustéis, no voy a volverme creyente a estas alturas) es un resto evolutivo que últimamente nos hemos empeñado en extirpar. Pero no es tan sencillo hacerlo, siempre hay necesidad de algo a lo que agarrarse y para eso fue inventada. Echa uno de menos asideros tales. Las personas se van, la ciencia cambia, la verdad muda, sólo lo eterno es inmutable (por supuesto). Que gran invento lo perpetuo y que tristeza estar convencido de que es una ilusión.

Me gustaría decir 'llena de nuevo mi copa y vivamos este instante' pero siempre he sido demasiado pesimista incluso para eso. Que lo que ya no existe nunca ha existido, ni siquiera el recuerdo de los que no están perdurará. Es tan real hablar de un personaje de una novela como de la persona ausente por siempre. Es humo. Y humo serán los gintonics de esta noche, pretendidamente felices.

Estoy seguro de que la lluvia existe para hacerme pensar en todas estas cosas. No os asusteis, o mejor asustaos, son sólo pensamientos absurdos. Humo.

_hacefriofuera_

1 comentario:

Diego dijo...

Creo que el recuerdo de las personas perdura. El reto es mantener el recuerdo y atreverse a seguir con tu vida, a volver a ser feliz e infeliz a pesar de las ausencias y a no sentirte culpable por no poder compartir esas experiencias con los ausentes.

Vive.